jueves, 4 de septiembre de 2008

fragmentos


Corre el diurno frágil y somero.
Una habitación azul se llena de cuerpos y agitación.
El primero en caer fue el Maestro, fingiendo su muerte se durmió sobre la alfombra hecha nudos. Su túnica se dejó caer.
La desesperación nos lleva a tomar decisiones atropelladas, por eso fingía morir. Mas cuerpos llegaban, y se tendían en fila sobre la cobija añil. Todos miran el cuerpo que yace entumecido sobre la alfombra y deciden una acción. La desesperación nos lleva a tomar decisiones atropelladas, por eso fingieron morir.
Con la oscuridad de la noche, nacía el verdadero muerto, sin explicación a tal error,contemplando cada recoveco y tejido agrio y senil. Los barrotes que lo separaban de él era solo frustración. Él también decidió fingir, y se tapo con un manto, se volvió transparente y volvió a lo efímero de su existir.

Cassandra

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