domingo, 21 de febrero de 2010

Ven a mí
con tu dulce luz
alma de diamante
y aunque el sol
se nuble después
sos alma de diamante
cielo o piel
silencio o verdad
sos alma de diamante
por eso ven así con la humanidad
alma de diamante
Aunque tu corazón recircule
siga de paso o venga
pretenda volar con las manos
sueñe despierto o duerma...
...o beba el elixir
de la eternidad
sos alma de diamante, alma de diamante
bien aquí o en el más allá
sos alma de diamante
y aunque este mismo sol se nuble después
sos alma de diamante
alma de diamante





Lucía tan fácil,

Era marcar y encontrarte allí,

Tan fácil,

Era amarte.

Lucías tan frágil,

Cuando sabías que iba a partir,

Tan frágil,

Solías dejarme.

No puedo evitar,

Cuando el día se va,

En ti pensar,

Cuando el día se va,

En ti pensar,

Cuando el día se va…

No puedo evitar,

Cuando el día se va,

En ti pensar,

Cuando el día se va,

En ti pensar,

Cuando el día se va…

martes, 16 de febrero de 2010



nostalgia: del griego νόστος (nostos) : la vuelta y άλγος (algos) : dolor
ph: macabea

lunes, 8 de febrero de 2010

Acercarte

Las estrellas cuentan historias, nuestra revista las escribe...

Marichiweu!!! vivencias en la naturaleza te invita a leer el blog y sumarte con dibujos, textos, alguna fotinia o algún tentempié...

Mucha paz.:
Desde La Plata:

www.marichiweurevista.blogspot.com

viernes, 5 de febrero de 2010

Cóndor andino (Vultur gryphus)


El vapor que salía de la olla anunciaba la hora de comer. Nicolás irrumpió en la cocina, después de una mañana pastoreando en nuestra patagonia extra-andina. En la mano traía un huevo blanco, -mamá me encontré un huevo. -La pava ayer empezó a empollar, al lado del establo, acomodalo entre los suyos, -dijo la madre, sin despegar los ojos del estofado. –Pero, los pavos no ponen los huevos allá arriba, y mirá este parece más grande. –Ponelo bajo la pava, lavate las manos y vení a almorzar –replicó la mamá de Nicolás. Este hizo caso y se dedicó a comer para reponer energías y así enfrentar la ardua tarea que le restaba realizar en la tarde.
Al tiempo, los pavitos y su extraño hermano se juntaron con los otros pavos de la chacra. A los cinco años a nuestro amigo le apareció un coqueto collar blanco, que fue motivo de burla de parte de los otros pavos, que al verlo diferente no perdían oportunidad de ridiculizarlo. Un día de otoño en la granjita sureña soplaba un fuerte viento, mientras los pavos trataban de soportar el polvo que volaba y se les metía en los ojos, él abrió sus imponentes alas, sacudió sus plumas y el aire que bajaba de los andes lo elevó, como a diez metros. Cerro fuertemente los ojos y mantuvo sus alas extendidas, durante un rato estuvo suspendido, los pavos que lo veían desde abajo le gritaban –bidruidrubidru, bájate de ahí. El viento amainó y llevó a este de nuevo con los pavos. La pavada estaba furiosa porque ellos no podían realizar esa osada pirueta. Esa noche los pavos le propinaron una terrible paliza. Nuestro amigo nunca más se animó a desplegar las alas, las mantenía lo más pegadas al cuerpo que podía. A los nueve años sus plumas eran de un negro brillante, que le confería a este un aspecto imponente. Buscando granos con su torpe pico, sin levantar la vista vio como a los rayos del sol de una apacible tarde de primavera, los interrumpía una silueta de unos tres metros de envergadura. Esta sombra hizo que los pavos corrieran a esconderse en el establo o bajo los árboles. Nuestro amigo lentamente levantó la cabeza y vio a la espectacular ave, que completaba el majestuoso paisaje de montañas con picos nevados, cielo quebradizo y el sol ocultándose detrás de las inalcanzables cumbres. –Y vos quién sos –preguntó-, -soy un cóndor, igual que vos. Atónito se quedo admirándolo desde el piso. El cóndor suspendido prosiguió –nacimos para tragarnos la inmensidad, para observar todo desde las alturas, para bebernos toda la libertad, terminó de decir esto y su impactante figura se marchó surcando el cielo hasta la cima de las montañas. Nuestro cóndor estaba muy contento –mañana al amanecer despliego mis alas y a ¡¡volar!!. Los pavos desde el establo y debajo de la copa de los árboles habían escuchado toda la conversación, rabiosos por la envidia esa noche le propinaron al cóndor una feroz paliza. Cuando, al amanecer comenzó a clarear, en el suelo de la chacra se dejaba ver el cuerpo sin vida de nuestro cóndor.



Moraleja:
- Nunca escuches a los pavos de al lado.
- Nunca dejes el volar para mañana.

x: martín
foto: mauricio cadillo