jueves, 27 de septiembre de 2007

Todo tiene un límite



Bien, la cosa comienza más o menos así. Estaba en mi cama, pensando en algunas arriesgadas maniobras bursátiles, a la vez que me hacía una inocente puñeta. El tiempo transcurría de esa forma, casi sin darme cuenta; las cosas se sucedían entre sí, siempre entre pajas y delirios onanísticos.

Encendí la luz de la habitación. El reloj marcaba casi las seis de la mañana. No había dormido aún, sumido toda la noche en mis privadas cavilaciones. Además, apestaba a ginebra.
Me tambaleé y tuve que aferrarme a la pared para no caer de lleno.
-Ejemmm...- se escuchó.
Alguien carraspeó a mis espaldas. Por alguna razón, tomé la extraña intromisión con una naturalidad asombrosa. Giré sobre mis talones para encontrarme frente a frente a un simpático chino de ralo bigote. Vestía vaquero, cinturón y remera, además empuñaba una pistola etiquetadora en la mano izquierda y una larga tirita de stickers para precios en la otra.
-¡Hola, soy Dios!- soltó como si nada. Me miraba y sus ojos transmitían una sensación de seguridad que no tardó en envolverme.

¡Hijo de puta! No podés ser dios... quiero decir, usted no puede ser dios- inquirí no tanto por nihilista sino más bien por aquella arraigada fantasía que dios es argentino. El todopoderoso oriental no se inmutó ante mi sacrílego insulto.
-Hijo, vengo a dalte, quizás, una mala noticia- hablaba pausadamente, como para que entendiese a pesar del acento.- Te has excedido en tus... tus “actividades plivadas” y aunque siemple me mantuve al malgen de todo eso... bueno, todo... ¡todo tiene un límite, hijo!.
-¿A qué mierda viene todo ese discurso?- inquirí sumamente molesto, aunque comenzando a tener en cuenta que a dios no hay que hablarle de esa forma, podría “enojarse”.
-En síntesis- prosiguió- sólo te queda un caltucho hasta el día en que muelas.
Debe haber notado mi expresión de desconcierto porque inmediatamente agregó.
- ¡Qué solo te queda una paja por hacelte en tu vida!- ahora se lo notaba fuera de sí.- ¡O pensabas que se tlataba de un leculso lenovable!
Inmediatamente el mundo comenzó a dar vueltas en torno a mí La fantasmagórica presencia acababa de demoler mi feliz ideología, todas las cosas tal como las conocía se degradaron como una vieja camiseta lavada con lavandina.
Caí de bruces, no sin antes rajarme la crisma con el borde de la mesa de luz. Cuando desperté el chino ya no estaba allí.

Me sentí mareado. Mi padre dijo alguna vez que sólo hay dos remedios para eso. Encendí un tabaco y me dirigí al baño. Fue casi un trámite. Eyaculé en segundos y empecé a sentirme mejor. Puse el agua en el fuego para preparar unos tallarines con manteca, luego encendí el televisor y me quedé dormido antes del primer corte del noticiero.
Desperté pasadas las once, el agua había hervido y la olla manifestaba un pequeño principio de incendio que no pasó a mayores.
En ese momento un clic en mi cabeza me hizo acordar de la advertencia del sabio y difuso chino y, justamente esas palabras me recordaron que ya era hora de la siguiente paja.
Entré al cuarto de baño y el ambiente tenía algo de cámara de ejecución.
-Delirios...- dije y comencé con mis cositas... realmente tuve que esforzarme mucho para lograrlo.
Al final, casi ciego y tembloroso, solo pude ver la incandescente imagen del chino que con un gesto reprobatorio movía la cabeza de un lado al otro, como diciendo no no no.
Al instante me encontré yaciendo en el frío y marmolado piso de mi baño, evidentemente muerto.

tano

8 comentarios:

Anónimo dijo...

la ginebra o la masturbacion te arruinaron el cerebro. ¿que esta pasando con miercoles?

Anónimo dijo...

Un poco de humor sarcastico nunca viene nada mal luego de tanto lirismo. Apoyo la dosis justa.

Unknown dijo...

(gesto reprobatorio con la cabeza de un lado al otro, como diciendo no no no)

Anónimo dijo...

apoyo la moción negativa de todos esos pobres estúpidos académicos, tecnicistas y lopezreguistas que ya comentaron el relato.

Anónimo dijo...

viva la puñeta!!!!
adelante miércoles que atrás viene papá.

Miércoles! dijo...

gran parte de miercoles! gustó de este relato.

M!

Anónimo dijo...

Me encantó este texto! Son unos idiotas conervadores escandalizados. Es un relato ingenioso, irónico y con humor. No soporto la bosta intelectualoide. Para escribir bien no hace falta contar dramas y depresiones. Entendiendanlo! Qu Dios es un chino que pone etiquetas (como los del supermercado Jasmín) es genial. Propongo a los empaquetados lectores que se hagan muchas puñetas para abrir sus mentes. Escriban algo creativo e ingenioso luego.

Anónimo dijo...

Me gustó tanto que lo imprimí para leerselo a una amiga. Genial.