Sunday morning.

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Mucho gusto, un placer. Te conozco.
Nuestros dedos parecen haberse tropezado antes, en algún suelo ya teñido de pasto, en esa esquina azul que nos faltó recorrer.
Esa noche nos rozamos. Esa noche empezó tarde, casi de mañana.
Llovían sensaciones y los sueños disparaban papeles que nos penetraban entusiasmados y nos vestían de colores nunca antes vistos.
Entonces me enseñaste el sol, y con él su luz.
Unías tus pulgares y me revelabas formas. Ví eso que nadie se había encargado de mostrar: que recostarse sobre burbujas es cómodo, que el vacío no existe, que el amor es paz, y fue motivo de discusión.
Después de un rato me pediste que te mire, que no deje de hacerlo.
Me encontré en tus ojos y me sonreíste.
Creo que también suspiraste, y callado, me gritabas lo que quería escuchar.
Fue ahí, justo ahí, cuando me di cuenta que te sabía desde siempre.
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(txt&ph: Macabea)