sábado, 1 de marzo de 2008

Hipocrecía.

Se hirieron en la espalda para llorar un rato y abrazarse. Se lamieron las heridas con lenguas ásperas. Y entonces, como si nada, me ofrecieron un café. Aunque deseaba dormirme y soñar, lo bebí. Entonces, me parecieron angelitos. Estábamos alegres de no estar tristes nuevamente. Brindamos por la ausencia de lágrimas y el café nos mantuvo despiertas toda la noche. Y todo el día. Y todo el año. Y toda la vida. Bebimos café para no llorar y aunque no fuimos felices, nunca más entristecimos.


JULY

1 comentario:

Miércoles! dijo...

todo el dia
toda la noche
todo el tiempo...