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El pez espió.
Vio el techo y un poco más abajo.
Vio también al hombre, que aún lo aguardaba.
Lo supo y lo invitó a ocupar su lugar.
Dio vueltas y se desnudó, para vestir, al fin, al hombre de agua.
(Ya no escuchaba las voces que hoy insisten, remotas)
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Él escuchó las voces de los que aún hoy insisten.
Dio vueltas y se vistió de hombre, para disfrazarse, al fin.
Temió al no saberse.
No vio pez alguno aguardándolo.
Vio el techo, eso sí.
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El pez espió.
Vio el techo y un poco más abajo.
Vio también al hombre, que aún lo aguardaba.
Lo supo y lo invitó a ocupar su lugar.
Dio vueltas y se desnudó, para vestir, al fin, al hombre de agua.
(Ya no escuchaba las voces que hoy insisten, remotas)
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Él escuchó las voces de los que aún hoy insisten.
Dio vueltas y se vistió de hombre, para disfrazarse, al fin.
Temió al no saberse.
No vio pez alguno aguardándolo.
Vio el techo, eso sí.
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Y nunca más parpadeó.
macabea
photo&texto
2 comentarios:
a la gente le atrae el puterio abria q armar alguno asi c activaria un poco el blog como paso con sabado....
es una ironia verdadera
chau
chau.
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