El espíritu fondeado
Clavado en mí
Por la fuerza
Psicolúbrica
Del cielo
Elucubra
Cada
Incitación
Cada
Inhibición.
O dedí
A dada orzurá
O du zurá
A dada skizí
O kayá
O kayá panturá
O ponurá
A pená
Poní
Es la telaraña pentral
La pela onura
De o-o la vela
La lámina anal de anavú
(Soy yo, dios, no eres tú
Quien lo despoja.
Tú no me has arrancado nada semejante.
Es la primera vez que lo escribo,
Nunca antes los había encontrado).
No la elástica tela de la copula,
No el miembro suprimido de este esperma
Producto de una devastación,
Sino un cuero de carne
Fuera de esa tela elástica
Fuera de lo que es resistente o laxo.
Pasé por lo resistente y por lo laxo,
Este cuero de carne tirante como una palma,
Extendida, abierta como una palma de mano
Exhausta por haber permanecido erecta,
Negro, azulado
De tierno a laxo.
Pero, en definitiva, ¿Qué es lo que quieres tú, el loco?
¿Yo?
Esta lengua entre cuatro encías,
Esta carne entre dos rótulas, este pedazo de orificio
Para los locos.
Pero no exactamente para los locos.
Para los decentes
A quienes un delirio de eructar los corroe
Por todas partes,
Y han trazado un itinerario
De ese eructo,
Pongan atención:
Trazaron el itinerario
Del inicio de las generaciones
En el cuero palmípedo de mis orificios,
Míos.
¿Cuáles, orificios de qué?
Del espíritu, del alma, de mí y de ser
Aunque en el sitio donde se caga uno
Padre, madre y Artaud también,
En el pantano de la confabulación con ruedas,
En el pantano de la tela que bufa
De este vacío
Entre resistente y laxo.
Negro, azulado
Tenso,
Infame
Y eso es todo.
Eso quiere decir que hay un hueso
donde
dios
se puso encima del poeta
para robarle la ingestión
de sus versos,
como pedos de la cabeza
que le arranca por la vagina,
comosi se los sacara desde la profundidad de los años,
hasta el fondo del orifico de su vagina,
Y no es una picardía de conchudo
Que lo hace de esta forma,
Es la picardía de toda la tierra
Contra quien en la vagina
Tiene cojones.
Y si la imagen no se entiende
-es eso lo que les escucho murmurar
en redondo-
que no entienden la imagen
que está en el fondo
del orifico de mi conchudo,
Es porque ustedes no han llegado al fondo,
No al fondo de las cosas,
Sino al fondo de mi vagina,
Mía,
Aunque desde el fondote las edades
Ustedes chapalean en redondo
Comose trama una internación,
O se confabula mortalmente un encierro.
ye re ghi
regheghí
yeghená
a reghená
a ghegá
rirí
Entre el culo y el fundillo,
Entre el esperma y el infra-vestido,
Entre el miembro y la traición,
Entre la lámina y la membrana,
Entre la chapa y el techo,
Entre el semen y el estallido,
Tre el barro y tre el borde,
Entre el ano y la mano de todos
Apoyada
Sobre la trampa de alta tensión
De un estertor de eyaculación
No hay ni un grano
Ni una roca
Aplastada muerta al pie de un salto
Ni el miembro en pedazos de un alma
(El alma es sólo un antiguo proverbio)
sino la temible contención
de un hálito de alienación
ultrajado, pelado, chupado hasta el fin
por toda la descarada chusma
por todos los indigestados de soretes
que no tuvieron otro banquete
para vivir
que deglutírselo
a Artaud
el momo
allí, donde se permite fornicar antes
que yo
y el otro ponerlo más erecto
que yo en mí mismo
si tubo el reparo de colocar la cabeza
sobre el declive de este hueso
ubicado entre el ano y el sexo
de este hueso pelado que nombra
en la mugre de
de un paraíso
donde el primer defraudado de la tierra
no fue la madre ni el padre
que te volvió a armar en este antro
sino
YO
Paralizado en mi locura.
¿Y por qué cosa me obligo a
desempaquetar mi vida también allí?
YO
NADA, nada.
Porque yo,
Estoy allí,
Estoy allí,
Y es la vida
La que hace dar vueltas a su palma obscena.
Bien
¿Y después?
¿Después?¿Después?
El viejo Artaud
está bajo tierra
En el hueco de la chimenea
Que consiguió de su encía congelada
Desde el día en que lo mataron.
¿Y después?
¿Después?
¡Después!
Está ese orificio sin cerco
Que la vida quiso encuadrar.
Por que no es un orificio,
Es una nariz
Que supo siempre olfatear excesivamente bien
El aire de la apocalíptica
Cabeza
Que succionan sobre su ano cerrado,
Y porque el ano de Artaud es bueno
Para los traficantes de prostitutas en miserere.
Y dios, tú también tienes la encía,
La encía derecha hundida
Dios,
También tu encía está congelada
Desde hace miles de años
En que mandaste tu ano innato
Para ver si yo por fin
Iba a nacer
Desde la infinidad de tiempo en que me esperabas
Rasgando
Mi barriga de ausente.
Menendí anenbí
Embendá
Tarch inemptle
O marchti rombí
Tarch paiotl
A tinemptle
Orch penduí
A patendí
A merchit
Orch torpch
Ta urchpt
Ta trotaurch
Camplí
Ko ti aunch
A ti aunch
aungblí
Antonin Artaud- Diego de la vega (Sobre lienzo)
(Libro de Martin)
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