Tras la sesión de nado, Fogwill vuelve a la mesura y al mundo de
las letras. Y entonces alecciona: “Tres cosas para escribir como
se debe: no reprimirse, saber contar lo que no se reprime y atreverse
a llegar hasta el final, sin que te importe lo que diga tu portero,
tu mina, tu vieja, tus amigos o el tipo que te pasa los tomates.
Con eso, sí o sí, hay buena literatura. Lo importante es no
reprimirse”.
Dice que Soriano se reprimió. Guillermo Martínez se reprime.
Alan Pauls lamentablemente “es un reprimido de mierda”, dice.
“Flaubert, quien no me interesa nada, nunca se reprimió”, confiesa.
Hay un chileno, Zambra, “un pibe que tiene una melena
negra”, que no se reprime. Piglia se reprime. Gonzalo Rojas, el
poeta, no se reprime. Daniel Guebel se reprime
un poco, pero otro poco no. Borges no se reprimió,
porque se exponía cifradamente. Y así...
Lo reitera: no reprimirse es la clave. Porque,
dice, todo ser humano lleva una historia única
adentro. Sólo tiene que saber contarla.
Y luego, ante una pregunta de despedida,
Fogwill dice que la felicidad no existe. Eso fue
lo último que le dice al reportero. Vendrían
luego dos llamados telefónicos del escritor.
Uno, para pedirle misteriosamente a este
reportero que por favor llamara al diario Perfil para cobrar unos
dineros atrasados. El otro, para informar que su vecina se estaba
depilando en la terraza.
(revista dominical del diario crítica)
1 comentario:
feliz abril
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