Holy Hole

A diferencia de entonces, de esa época que ya no existe, a diferencia del tiempo en el que existía la realidad, en éste, el verdadero comenzando, no hay un sólo día quieto.

Los elementos no permanecen, y la configuración de las mentes muta a cada instante, todo momento nuevo modificado.

Me es imposible atenerme a una sensación, un modo de ver, un estado de cosas. De hacerlo enloquecería, todo se intercambia y rápidamente se pierde de vista y al volver es otra cosa.

El proceso de reemplazo de realidades se encuentra en el punto de desarrollo más agudo que haya experimentado la existencia hasta éste ya. Puede que casi nadie lo note, pero todo lo que uno llamaría realidad ya no existe en el centro de sentido y su ilusión pende de un hilo de baba.

Con la mera frase exacta, con el sonido y la imagen que lo muestre, un segundo basta para desplomarlo todo sobre su muerte fantástica, sólo un susurro violando el tierno esqueleto del tímpano, sólo decirle hola ¿Quién sos?, pausa y estrés, como una torre de naipes elegantemente desanda su estructura, desaparece la construcción y es el paisaje que la vieja torre no dejaba ver, algo tan inquietante como la idea de vacío.

Sin embargo, pocos notan la fragilidad de la supuesta cordura cientificista que los envuelve y conforma por decreto voluntario, y hasta que lo noten seguirán dentro de ella, cuanto antes lo noten, más tiempo tendrán para acostumbrarse, aunque sabemos que tiempo es metáfora, es casi incómodo aclararlo.

Escucho Deep Dish. Afuera como si fuese invernal, pero es 19 de febrero, a cuatro días del segundo Sábado Nuclear me siento con este mate en una taza y este tema drogándome. Golpes de beats como látigos en las neuronas, golpes de bajo como impactos de huracán, sintetizadores hacen eléctricos los sonidos de la aurora, y me siento y Deep Dish me droga, me lleva a su discoteca, solo en el galpón gigante de luces láser y proyección de tangible saturado policromatismo veloz.

Cada vez más cosas golpean, cada discernible elemento en mi cabeza, estallar por sobrecarga de información no es lo mismo que estallar por sobredosis de sentido ó sensación. Si no logro equilibrarme en el revoltijo mezclado, en todos esos escombros y cables dando vueltas bajo el agua turbia que no deja ver el fondo, si no soy capaz de conectar lo que une la diversidad de la máquina mental, entonces quedaré vetusto y todo propósito en la captación de sucesos será en vano, la virtud mal usada se vuelve discapacidad.

La totalidad nueva que nace, el reemplazo de la realidad, mira mientras sigue su desarrollo ezquizofrénico y me pregunta si estoy ó no dispuesto a cabalgarlo, subir a la cresta del tsunami ó morir aplastado, detenido en la arena mientras la gran sombra cubre la playa. Santo hueco.

: . Naz

ph: Macabea