La cronología sistemática del pensar que se quiebra en mi piel tirante de tantos archivos adjuntos y anexos por descifrar, hablaría de una sobredosis informática, atorada y sin procesar en la arteria principal de la cañería existencial de mi cuerpo frágil y susceptible al abismo que muele la ventana a golpes en su resfriado de obsesiones premeditadas, donde las rodillas sangran de tantos objetos perdidos, donde nos crean un hospicio por subrayarse enteros de piedad y un lugar donde esconderse se nos hace irracional e imposible de lidiar.
Y conformarnos a la idea plana de una cobija que alumbre penosa de tortuosas, sonoras y agrietadas astillas que pesan y se encarnan haciéndose carne mía e intuyéndote en carne tuya seria mentirte descaradamente mirando cómo late tu mano izquierda por sobre mis dedos ásperos y secos que se encapsulan ajenos en climas de arpegios mal adaptados y fracturados de no saciarse en un poco de todo esto, desafiantes de no entenderte mano, de no tocarte ojos y no sentirte ser.
Y si, así es, los veo y abro mis paralelos a su plena contemplación.
Sin sentidos contemporáneos.
Cassandra
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