martes, 31 de marzo de 2009


Empecemos mal, muy mal. Agarremos, por ejemplo, la estufa de tu habitación y tirémosla por la ventana, justo cuando pase un ministro caminando.
Las bolitas que tenés en el frasco de la repisa, reventémoslas una por una contra los ventanales del museo. Cortémosnos el pelo y escupámosnos directamente al pecho toda la mierda que sentimos y todo el amor que nos tenemos. Desintegrate. Usá las palabras como dardos. Anestesiame.
Rodemos por las montañas hasta sangrar. Parémosnos en la terraza mas alta de la ciudad y gritemos, gritemos, lloremos y agitemos los brazos hasta caernos.
Venguémosnos de los idiotas, de los mediocres, de los villanos y de los kiosqueros.
Robemos todos los sahumerios y quemémoslos en el medio de la plaza, y mientras fumamos un porro, riámosnos de como la gente se muere de asco por el olor dulzón y repugnante.
Incendiemos la bandera, la iglesia y el café donde nos conocimos.
Odiémosnos tanto que no podamos despegarnos. Compremos muchas miles de cajas de vino tinto e inundemos las calles. Saltemos borrachos en los charcos de las esquinas. Bailemos como felices alrededor de los suicidas, y lloremos de lástima en las caras de los de atrás de los mostradores.
Después de todo, cojamos suave y lindo, acabemos y peguémosnos un tiro.



clara

ph: macabea

1 comentario:

veamoscontusojos dijo...

Que lindo texto, muy bueno. Admiro esa forma de expresión tan adolescente, es muy interesante.