jueves, 22 de noviembre de 2007



Zansálocin, en este momento ese es mi nombre. Como todos los que piensan en el ambiente, estoy percibiendo estas ansias inexplicables de informar sobre mí a través de este medio que no termino de comprender. He entablado intercambios de información con diversos seres del ambiente, a todos nos pasa lo mismo. Nos resulta extraño todo lo que podamos visualizar, recordar o prever, algo nos dice que esto que pasa (incluídos nosotros) no es lo que tiene que ser, y algo nos dice que hay una membrana invisible que se puede detectar y que se puede romper y que después de ella hay algo. No sabemos qué, pero todos estamos seguros de que esto es así. Algunos dicen haber visto esa invisibilidad que separa, otros cuentan haber podido tocar el límite. En mi caso nada de eso, en mi caso digo que sé que existe.


Sigo sin comprender qué es este medio y cómo funciona, pero sé que estoy informando. Tampoco puedo comprender porqué sé lo que sé, ni porqué sé lo que es comprender. De hecho, nos sucede siempre esto que me sucede ahora: no podemos rastrear el porqué de casi nada, simplemente sabemos que hay cosas que sabemos y cosas que no sabemos y que hacemos algo que nos hace saber cada vez más pero no sabemos porqué es así, simplemente sabemos que es así. Si intentáramos crear modos de confirmar lo que sabemos sería lo mismo, no sería más que una acumulación intrincada de saberes sin origen dependiendo siempre de esta cosa que nos dice qué sabemos y qué no. Como no hay otro modo de existir, confiamos en lo que sabemos, por más extraño que resulte. Si llegan estas confirmaciones repentinas y nos llegan a todos a la vez, es porque son ciertas o porque es necesario que las creamos ciertas, en todo caso es lo único con lo que contamos. No sé de qué sirve ni porqué conozco mi nombre, ni tampoco porqué es ese mi nombre, pero sé que mi nombre es Zansálocin y que soy importante aunque nadie más lo sepa. Romperemos la membrana.

No hay comentarios: