domingo, 5 de octubre de 2008

Escena de Regreso


Tengo hambre. No como la desesperación vacía frenética y el dolor punzante; se asemeja a la glotonería, pero no es nada así. Sube como un calor indefinido que me recorre y en su desplazamiento noto porciones de piel que evadía y las veo vibrantes, electrizadas, y no sé muy bien qué hacer con eso. Si quedara en silencio sin pensar sólo lograría incrementarlo, porque el origen de mi hambre es un líquido invasor que fluye hacia todos lados, ordenadamente y sin límite, definitivamente se instala y me convida no se qué, y a menos que lo expulse crece desmesurado y me excita pero en formato de siesta, y me revuelve como masajes desde adentro y me inyecta de mí mismo y cualquier cosa lo potencia.
Es agradable, no voy a negarlo, es ese tipo de orgasmo más orgasmo que el habitual, de repente me encuentro abrigado por el placer de contemplarme al sol describiendo esta amistad invisible y transmutante, este tibio circular, este elemento tan en sí mismo, este estado que se vuelve caleidoscópico al adentrarse y muestra los potenciales infinitos caminos sensoriales conectados todos para mí y el deleite inclasificable total distinto.
Definitivamente es un buen hambre éste que no conoce carencia alguna, me enloquece, claro, el no entenderlo, pero me alivia el dejarlo andar y hacerme lo que quiera rendido a los pies de la degustación. La luz lo amplía en extensión de semidios encarnado de éxtasis generador de toda cosa que contemple, el viento lo purifica y el olor de cualquier planta del jardín lo agudiza mientras acelera por mis fosas nasales y lanzado en trampolín estalla de fulgor estético en mi mente.
Me gusta tanto que quisiera darte de comer la dulzura que manifiesta, me siento tan grande que me urgen las ganas de ser todo adentro mío ó subir a todo en frecuencia unísona constante, mantener la vibración lineal que resulta de un encadenado acelere vibratorio involuntario , del milagro que acomete a mis sentidos, de las nubes que dan paso al canal conector, a la fuente de los días, a las aguas insondables que llegando a la orilla son delgadas, transparentes, inequívocas, al real comienzo del estómago que no se llena ni vacía y es envase y contenido, la existencia mirándose al espejo a través de mis ojos, el alba, y lo que viene después.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Naz! donde quiera que estes un abrazo gingate!

Desde algun lugar del universo...

elooo

Anónimo dijo...

Naz! donde quiera que estes un abrazo gingate!

Desde algun lugar del universo...

elooo