Sentían como penetraba la miel fría en sus bocas. Todos saltando siendo uno solo y a la vez tan ajenos el uno al otro, como siempre pero distinto. Entrando en el camino de esa depresión constante que solo sabe reírse.
Retumban las manos en los rincones, los gritos de auxilio, el no me dejes de todos estos locos sacados de un cuento, que se bambolean entre cigarros y vino tinto. Que no dejan de festejar la desgraciada y única existencia, que por desgraciada y única es perfecta. Por que saben que es eso y nada mas, que tienen que bancarse el resto, lo que viene y lo que fue. Sonríen y brindan por que son hormigas y ella lo dice y ellos lo saben. Y son. Pero en cada mueca dejan ver la revolución.
clara.
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