- No será un poco chocante pedante avasallante?
- La pose es peor, la pose es peor
- Entonces adelante, entonces comience
Lo que yo veo, lo que he visto al caer en este suelo, es un retraso, básicamente es un retraso. Lo que veo es una repetición de modelos, modelos viejos, caducos, y es por eso que hablo de retraso, hablo de retraso cuando los veo actuar como sus padres en la época de los hijos, cuando la lucha se vuelve idiota, torpe, confusa y sin sentido. Lo que veo básicamente es la mentira. La mentira de los que siguen como siempre y la de aquellos que queriendo cambiar las cosas no se cambian así mismos, no parten de ellos para el mensaje, representan lo ya hecho, otrora, viejo, mentira, mentira, mentira. Yo no creo en el color de la pancarta, yo no creo en la marcha por las calles, yo no creo en la cara de enojado, yo no creo en los palos ni en las botas ni en lo rojo ni en lo negro, creo en lo blanco, creo en el hombre, creo en la idea que despierta del sueño, creo en la unión verdadera, en el ámbito abstracto del enlace, creo en creer como modo de cambiar, creo y afirmo que la queja a la limitación es una suma de limitaciones, creo que el sí es más fuerte que el no, creo de vuelta y vuelvo a creer y actuó y existe y llamo a que la ausencia muera al verse superada por la sobredosis de existencia que el éxtasis genera, llamo a la explosión encandilada del saberse vivo y saberse capaz, de saberse posible y necesario. Hablo de ser y hacer más y mejor, hablo de la concatenación de voces dinámicas y bellas, hablo de lo hermoso que mata lo feo, mejor aún, que cambia lo feo, que ilumina y conecta. Si se me pide volver al suelo digo que la queja es idiota, que lo negativo nunca dejará de serlo, que si algo se quiere cambiar hay que hacer, hay que llenar el vacío. No me gusta la cara sin cara, me gusta la cara múltiple desafiando la existencia del cuerpo, me gusta ver la esperanza volviéndose concreta, realizada en la piel y en los ojos. Digo basta a la idiotez nihilista y bienvenido el cambio real, aquel que supera muros de cemento, aquel que eleva al hombre hasta su verdadera altura: infinita.
Nicolas Naz
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