Situación: bar céntrico. Horario: cerca de las 18.30 hs. Personajes: un joven parco, tímido, de pelo engominado y raya al costado derecho; una muchacha un año mayor a él, traje de instituto, uñas pintadas de bordó. Al joven decidí llamarlo Carlos, a la muchacha Gabriela.
Carlos duda, escurre el sobre de azúcar de mano a mano, levanta por enésima vez su cabeza y la vuelve a registrar. Mira a la muchacha de uñas bordó con cara de “¿Dónde estuviste todo este tiempo Gabriela?”. La correspondida acepta esa mirada, y le responde con cara de “¿Cómo sabés que me llamo Gabriela?”. Él la seduce con cara de “Tengo un amigo que te conoce”. Gabriela, extrañada, lo observa con cara de “¿Sí? Mirá vos che. Igual no sé si voy a seguir viniendo acá. La gente no se mueve, no habla, nada”. Carlos la mira con cara de “Bueno, mañana si querés podemos ir a un lugar nuevo que abrió a dos cuadras. Pasan buena música…”. Gabriela le retruca con cara de “¿Qué estás leyendo? ¿Edipo Rey?”. Carlos le contesta con cara de “Sí. Ya terminé Antígona… ¿tenés cambio de 50$? Porque el mozo me acaba de decir que hoy están sin nada de billetes chicos”. Gabriela lo mira con cara de “No, nada. Pero si querés venite para mi mesa, pagás vos todo, y yo te doy mi parte, que ando con lo justo”. Carlos se levanta, sonríe, se acerca a la mesa de Gabriela un poco temblando, mira fijo dos segundos a la muchacha un año mayor a él, apoya su mano derecha sobre el borde de madera, y le dice con un tono bajo de voz: “Disculpame, ¿ese es el diario de hoy?”. Y vuelve a su mesa.
1 comentario:
Me encantó, miércoles. No sé quién lo escribió porque se escudan detrás del genérico. Yo, en cambio, soy Pancho anónimo (de regreso).
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