"Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos."
I
Fue esta tarde capillesca mientras practicaba deportes cuando escuché una voz pulmonar que me recorrió y se desperdigó para estrolarse como una bombucha veraniega en la racionalidad del espacio.
Me estremeció pensar que el sufrimiento es un fenómeno que surge de las acciones contaminadas y afliciones espirutuales. Es la maldita existencia cíclica, explican con sabia paciencia algunos budistas borrachos en las inmediaciones del alambrado oxidado.
Inmediatamente recibí el golpe letal de la salvación en la frente sudorosa. La tarde no era la misma.
No hallé ninguna LUZ pura en la lejanía; sólo vislumbré tres centellas mecánicas y municipales a la salida de la Entidad Social y Deportiva. Verde amarillo rojo verde amarillo rojo son las luces del camino.
II
¡Fuera bizcochos estatales! ¡Fuera carnes rojas envinatadas! ¡Adiós rostros repetidos de bares de alas turbias! ¡Que venga el sol! y el nuevo rayo se anuncia y parte en mínusculos fragmentos aquello que descendía al perverso núcleo del desastre. ¡Salud alba olvidada!.
zoez.-
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