“Esto no es un blog”
El ejemplo es, digamos, conocido. En un cuadro pintado por René Magritte, vemos una pipa acompañada por una inscripción que reza: “esto no es una pipa”. El objeto cuadro, cuyo objeto convencional sería la imagen, busca hacer visible algo más. Busca hacer visible el pensamiento, que bien podría rezar: “entre las imágenes y las cosas se abre un vacío que tampoco el arte permite cerrar”(1)
¿Qué sucede con un blog? Ofrece, como el cuadro de Magritte, “un espacio para posibilidades de configuración, donde la diferencia entre el mundo de la imagen y el mundo de las cosas, pueden discutirse con una gran riqueza de variantes”(2) El diálogo con otras lecturas es una de ellas. Una “nueva lectura” en definitiva, pero nunca definitiva.
No se leen “solamente” palabras, no se lee “solamente” un libro. ¿Acaso no se habla (en términos Borgeanos, es decir, siempre simbólicos) de la lectura como un desciframiento. Ya descifrar o des-cifrar (he aquí otro juego) implica una deconstrucción y, además, remite al opuesto de las cifras, es decir, los números. Todo esto, quizás, en beneficio de una “narrativa” de la lectura, de una agilidad y no de una pasividad, como generalmente se la encasilla a fuerza de imágenes que van perdiendo su valor, oxidándose como vejestorios a manos de una experiencia más amplia, “sensitiva y competente”(3) Códigos “a-fin-de-cuentas”.
El acto de la lectura es un acto…(no encuentro la palabra ¿alguien la vio-ló? ) sería algo… como…una especie de…
Lo que sí sabemos es que habitamos un mundo de signos (en todas sus categorías), multifacético, heterogéneo, donde todo se lee, se descifra. Sin embargo y a partir de eso ¿podemos afirmar que ese orden espacial nos pertenece tanto cuanto es una construcción de imágenes y cosas hecha por nosotros o, mejor, por “un” nosotros, inclusivo?
Voy a intentarlo otra vez: el acto de lectura implica un…una…a-tensión. Ya ven, las palabras (aquel objeto primordial de toda lectura, canónico y arbitrario, pero no el único) como las cosas, son susceptibles de cambios, de modificaciones. Una veces están hechas para ser leídas, otras para ser escuchadas, para ser cantadas. Pero siempre para crear sentido y no; para “ser” sentido, “algo”, “sentidas”.
A-tensión: sin tensión, libre. Atención: estado de alerta. ¿Tensión?
Las últimas novedades (en tecnología sobre todo) proponen, básicamente, un estado de distracción (de pseudo-libertad) a la vez que un estado de comunicación permanente, de a-noticia-miento, de alerta, aunque siempre superficial. Se lee un teléfono celular, se descifra un mp3 (este texto ya comienza a ser viejo) se decodifica una computadora. Y se configura nuestro fin de semana, en el mejor de los casos.
Hay quien dice que las palabras (en tanto que escritura y lectura) son valores.
-Como el celular, que me saliò un ojo de la cara, dijo alguno.
-Pero tené cuidado, te vas a atorar, dijo otro.
Todo muy lindo, computadora en red (vuela que es una nave) celular de manos libres ( livianito que es una pluma) palabras como pájaros (enjaulados) pero ¿quién me dice cuánto vale la palabra “maquinave”? y ¿qué significa? y ¿ para qué sirve?
Espero respuesta desesperada-mente…“La necesidad de entender crea sus propios fantasmas”
René Magritte
(1) Ralf Konersmann, “René Magritte”, Siglo XXI
(2) Idem
(3) Fernando Pessoa (Álvaro de Campos)
(1) Ralf Konersmann, “Rene Magritte”, Siglo XXI.
El ejemplo es, digamos, conocido. En un cuadro pintado por René Magritte, vemos una pipa acompañada por una inscripción que reza: “esto no es una pipa”. El objeto cuadro, cuyo objeto convencional sería la imagen, busca hacer visible algo más. Busca hacer visible el pensamiento, que bien podría rezar: “entre las imágenes y las cosas se abre un vacío que tampoco el arte permite cerrar”(1)
¿Qué sucede con un blog? Ofrece, como el cuadro de Magritte, “un espacio para posibilidades de configuración, donde la diferencia entre el mundo de la imagen y el mundo de las cosas, pueden discutirse con una gran riqueza de variantes”(2) El diálogo con otras lecturas es una de ellas. Una “nueva lectura” en definitiva, pero nunca definitiva.
No se leen “solamente” palabras, no se lee “solamente” un libro. ¿Acaso no se habla (en términos Borgeanos, es decir, siempre simbólicos) de la lectura como un desciframiento. Ya descifrar o des-cifrar (he aquí otro juego) implica una deconstrucción y, además, remite al opuesto de las cifras, es decir, los números. Todo esto, quizás, en beneficio de una “narrativa” de la lectura, de una agilidad y no de una pasividad, como generalmente se la encasilla a fuerza de imágenes que van perdiendo su valor, oxidándose como vejestorios a manos de una experiencia más amplia, “sensitiva y competente”(3) Códigos “a-fin-de-cuentas”.
El acto de la lectura es un acto…(no encuentro la palabra ¿alguien la vio-ló? ) sería algo… como…una especie de…
Lo que sí sabemos es que habitamos un mundo de signos (en todas sus categorías), multifacético, heterogéneo, donde todo se lee, se descifra. Sin embargo y a partir de eso ¿podemos afirmar que ese orden espacial nos pertenece tanto cuanto es una construcción de imágenes y cosas hecha por nosotros o, mejor, por “un” nosotros, inclusivo?
Voy a intentarlo otra vez: el acto de lectura implica un…una…a-tensión. Ya ven, las palabras (aquel objeto primordial de toda lectura, canónico y arbitrario, pero no el único) como las cosas, son susceptibles de cambios, de modificaciones. Una veces están hechas para ser leídas, otras para ser escuchadas, para ser cantadas. Pero siempre para crear sentido y no; para “ser” sentido, “algo”, “sentidas”.
A-tensión: sin tensión, libre. Atención: estado de alerta. ¿Tensión?
Las últimas novedades (en tecnología sobre todo) proponen, básicamente, un estado de distracción (de pseudo-libertad) a la vez que un estado de comunicación permanente, de a-noticia-miento, de alerta, aunque siempre superficial. Se lee un teléfono celular, se descifra un mp3 (este texto ya comienza a ser viejo) se decodifica una computadora. Y se configura nuestro fin de semana, en el mejor de los casos.
Hay quien dice que las palabras (en tanto que escritura y lectura) son valores.
-Como el celular, que me saliò un ojo de la cara, dijo alguno.
-Pero tené cuidado, te vas a atorar, dijo otro.
Todo muy lindo, computadora en red (vuela que es una nave) celular de manos libres ( livianito que es una pluma) palabras como pájaros (enjaulados) pero ¿quién me dice cuánto vale la palabra “maquinave”? y ¿qué significa? y ¿ para qué sirve?
Espero respuesta desesperada-mente…“La necesidad de entender crea sus propios fantasmas”
René Magritte
(1) Ralf Konersmann, “René Magritte”, Siglo XXI
(2) Idem
(3) Fernando Pessoa (Álvaro de Campos)
(1) Ralf Konersmann, “Rene Magritte”, Siglo XXI.
Ulysses.
2 comentarios:
Si+ento que las "Palabras" son la des+figuración de "El progr e s o".
No tenemos voz, pero tenemos las palabras. Las palabras y los ríos.
Son colores.
Son un gran pregunta, que se responde con otra pregunta (Ba, se pregunta con ...)
¿Pan es una palabra?
BLOG se d-i-c-e.
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