viernes, 2 de noviembre de 2007
Pensar al cine
“El arte no debe perseguir la interacción de conceptos como un fin último. La imagen está uncida a lo concreto y material, pero llega por caminos misteriosos a regiones que están más allá del espíritu”. A. Tarkovsky.
Hay quienes afirmamos que la mejor Muestra de Cine “Lucas Demare” fue la realizada en el 2004, la última en el viejo-cine-actual-pardo. Y no fue sólo por ese sabor nostalgioso del lugar que ya no está (aún sabiendo el protagonismo que tiene el espacio dentro del cine, tanto el espacio narrado como el espacio experimentado, el re-presentado y el de proyección), sino que hubo algo más, fue la vez donde más cerca se estuvo de llegar a concretar en un evento de siete días una forma de pensar el cine que exceda, sin cerrarse o clausurarse, en el acto de pasar películas cada dos horas en diferentes salas. Entonces de este planteamiento surgen un par de cuestiones, de las cuales la principal podría ser cómo trabajar una Muestra de Cine pensándola en este contexto ciudad-espectadores-instituciones-circuitos, y en un futuro que si se habla del cine es un presente continuo.
La cuestión inicial es básica: no se puede pensar una Muestra de Cine sólo como una semana donde se proyectan películas nacionales recientes (y alguna que otra retrospectiva, a veces justificada, otras no tanto – como en todo festival o muestra, dicho sea de paso –, un homenaje o aniversario al caer). ¿Por qué no? Porque corrés riesgo de caer en anacronismos, de que quede fijada como una pieza de museo donde todo se diluye en un “pasen y vean”. Si no se aprovecha el marco identitario de tener una Muestra de Cine en Olavarría para pensar al cine en nuestra ciudad, para pensar al cine actual que se ve y al que no se ve, a lo que llega y a lo que no llega, para discutir y debatir sobre cuestiones y conceptos que deambulan hoy por el ámbito de este arte, para tener contacto con nueva gente con nuevas estéticas con nuevas pretensiones, entonces no podremos pensarnos más allá. Trabajar en una Muestra de Cine no es sólo que aparezcan nuestros nombres, es acción, pensamiento-acción. Si yo decido apoyar la Muestra de Cine no me voy a preocupar porque mi nombre aparezca en primer plano en los afiches o en el acto de apertura y clausura, eso va y viene, lo sabemos, el escenario del teatro devenido en cine no enaltece a nadie que no lo merezca con el paso del tiempo, una foto en la tapa del diario del día siguiente tampoco.
No se trata de que las discusiones internas de la Comisión salgan antes en los medios que en una junta interna, por ejemplo. No se trata de que en la segunda película que se pase, como sucedió el año pasado, ya no haya nadie de la comisión presente. No se trata de no coordinar entre nosotros para ir a buscar al actor o director de tal film que está varado en la Terminal hace ya un rato, supongamos. Como tampoco se trata de que toda una película se vea con la imagen distorsionada porque el proyectorista se olvidó de llevar al teatro un lente. Son detalles que a la gente de afuera les llegan y que repercuten. La calidad de las películas puede variar año a año, lo rutilante o no de los títulos también. Lo detallado recién pueden ser errores concretos de una Comisión donde unos quieren e intentan laburar muchísimo y otros “estar” sin estar, o viceversa. La cuestión es que desde la cabeza de todo esto el concepto de Muestra de Cine sea claro, amplio, arriesgado, impulsador, a largo plazo, pensante.
¿Y por qué la Muestra del 2004? Ese año se hicieron dos charlas-debate sobre cuestiones de nuestro cine que en ese momento estaban girando en las revistas especializadas, en otros festivales, en la gente del ambiente. Vinieron periodistas, productores, realizadores, directores, actores. Los temas tratados, las problemáticas planteadas, las discusiones, en fin, estuvieron muy interesantes. Un complemento que se le pedía a la Muestra para poder ampliar el concepto de evento cinematográfico. A la segunda de las dos charlas, por ejemplo, no asistió ningún medio local, ninguna autoridad política-cultural, ningún miembro de la facultad de ciencias sociales que estaba apoyando (y lo apoya) al evento. No fue gente tampoco. Sólo estábamos los que la cubríamos para medios no-locales y los expositores. Sucede que, como me dijeron ellos, a los periodistas de Buenos Aires poco le interesaban estar ahí presentes dialogando con gente del ambiente que los ven allá (en Capital federal) todo el tiempo, más distendidos y con otros movimientos encima. Esas mesas tenían que ser aprovechadas por la gente de acá, por todos nosotros. Esas mesas ya no están.
¿Qué hace que el BAFICI, más allá que sea un Festival y no una Muestra, crezca año a año? ¿La proyección de las películas, la extravagancia de ellas? Si fuera sólo eso, la cosa se hubiera diluido rápidamente. Fueron los nuevos y continuos circuitos de difusión que se armaron en torno a las películas. La presencia continua de los realizadores. Las mesas de debate. La cobertura de los medios y de instituciones afines que apoyan al Festival desde hace tiempo y se involucran en él. La cada vez más amplia presencia de ámbitos cinematográficos alternativos. Intentar arriesgar planificando. Eso es pensar al cine y al mundo, a la manera de Serge Daney. Eso es seriedad y compromiso en la decisión política-socio-cultural (concepto que no dice nada, ya lo sé, pero suena bien) de llevar adelante un proyecto así.
Ya es la 10º Muestra de Cine “Lucas Demare”. Y ya es el tiempo para todos juntos pensar en qué futuro cinematográfico deseamos para la ciudad. Algo se ha logrado, algo se está haciendo, la cuestión es no perder lo ya existente, y construir lo que falta y lo que vaya saliendo. Algo básico y superficial como eso, aunque sea como modo de partida. Y a los que nos interesa no debemos desatendernos, estar afuera y dejarlo para que lo hagan “los que se tienen que encargar de esto”. Sino caemos en lo mismo que criticamos y que vemos como falencia. ¿De qué nos sirve reclamar algo de lo cuál nosotros desde nuestro lado tampoco incentivamos ni nos comprometemos? Esto requiere de todos, de ellos, de ustedes y de nosotros. Y desde nuestro espacio trataremos de contribuir en lo que se pueda con la intención que esto siga creciendo.
Dentro de lo hecho hasta el momento, el Festival de Cortos debe de ser lo mejor de la Muestra. La cantidad de gente que asiste cada año a esos siete u ocho días puede ser un indicativo de algo, pero no el objetivo final, porque sino traeríamos películas de Echarri, Facundo Arana o Francella (las mismas que meses antes llegan a Toledo) y listo. Hoy por hoy, con la presencia de circuitos muchos más accesibles de distribución y proyección de películas (Internet, videoclubs, y hasta la televisión), la búsqueda tiene que pasar también por otro lado, ofrecer algo que no se esté ofreciendo. Que haya proyecciones en lugares alternativos al teatro o al Salón Rivadavia es otro algo para saludar. Este año se sumó uno nuevo. La cuestión entonces será de concordar, construir, dinamizar, discutir, realizar, observar. En fin, de hacer y pensar el cine. De hacer y pensar el cine en esta ciudad. De hacer y pensar el cine en esta ciudad y entre todos nosotros.
G.S.
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